No podía dejar pasar más tiempo, y tal y como prometí al inaugurar mi página, va por ti amigo…
Mi querido amigo Pedro Díez,
Me dice mucha gente que la distancia no la hacen los kilómetros sino las personas, ¿y sabes qué?, que soy de la misma opinión. Recuerdo cuando nos conocimos en el curso de segundo nivel en Utebo, e iniciamos esta bonita amistad que hemos ido cultivando a través de estos años. Al principio, durante el curso, fue fácil pues nos veíamos a diario. Sin embargo, durante el año siguiente nos vimos nada más que tres veces, una en Madrid y dos veces en Segovia. Para nosotros eso no ha representado nunca ningún problema. Cuando existe complicidad, confianza, sinceridad, y el ingrediente más importante, ”el amor”, todo se torna más fácil. Tu forma de ser es un ejemplo para mí. Eres un espejo donde reflejarnos muchas personas, y ahora que soy padre, me gustaría que mi hijo Borja también un día pudiese reflejarse en él.
Es cierto que nos vemos en contadas ocasiones y que hablamos más por teléfono, WhatsApp o Skype. Pero por la misma razón, he de reconocer que me hace mucho bien hablar contigo y contarte mis tristezas, mis alegrías y hacerte partícipe de mis proyectos, circunstancias, o las situaciones que en definitiva rodean mi vida. Y lo hago porque siento que me escuchas y me comprendes. Siento que soy importante para alguien y ese alguien es también importante para mí.
Por ser una persona llena de bondad, mereces todos los bienes que esta vida te pueda proporcionar. Porque si existen ángeles en la tierra, yo he conocido a uno valenciano y lo disfruto cada vez que nos vemos o hablamos por teléfono. Porque hacer la vida fácil a los que te rodean es tu forma de proceder, porque se aprende contigo, porque los que estamos a tu lado nos hacemos valientes gracias a tu protección, porque la certeza existe y tú no te equivocas. Gracias porque tus palabras y actos son siempre saludables y porque siempre piensas en el bien de los demás sin pedir nada a cambio.
Mi dulce amigo y confidente, ¿te has parado a pensar la cantidad de personas que habitan en el mundo y que aun estando juntos toda la vida no vivirán tan intensamente, como lo hacemos tú y yo, en el poco tiempo que nos vemos?
Gracias amigo, porque la verdad es siempre tu camino. No siempre dices lo que me gustaría oír, pero sí lo que es mejor para mí y mi familia. Gracias por tu predisposión y tus ganas de luchar, por tus sueños y amor a los tuyos y a lo tuyo, y porque crees, vaya sí crees. Crees en la vida y en los que la viven con aspiraciones. Crees en cualquier proyecto de pasión. Gracias por tu admiración, porque consigues que sea admirable. Por tu forma de ser y por tus actos eres imprescindible en la vida, en mi vida.
Pues sí, mi fiel amigo, desde la soledad del salón de mi casa de Györ, el cual visitaste hace bien poco, te escribo estas líneas para decirte que te recuerdo y te añoro, y que tengo la certeza de que nuestra amistad perdurará siempre a pesar de las trabas que el destino nos ponga. Una parte de mí está en ti y viceversa. Por ello, mientras uno de los dos se mantenga firme, nada ni nadie conseguirá que dejemos de ser amigos, los mejores, los que no se hacen preguntas, los que están ahí, los que no necesitan palabras para comunicarse pues tan sólo una mirada o un silencio es suficiente.
Me has ayudado, nunca lo olvidaré, y te has convertido en fundamental, AMIGO. Así te lo haré saber en todo momento. Tus filtros de vida son los que necesito en este mundo lleno de dudas, batallas y locuras. Estaremos más cerca que nunca, así lo presiento.
Me despido pero, antes de hacerlo, quiero darte las gracias por brindarme la posibilidad de llegar a tu corazón, y dejarme ser tu amigo.